miércoles, 30 de marzo de 2016

LA ABADÍA DE SAINT DENIS.

La Abadía de Saint Denis, reconocida por su arquitectura, como el primer monumento de características góticas, así como por sus esculturas funerarias y sus vidrieras, no constituían en la mentalidad medieval más que una pantalla que guardaba tras de sí el gran tesoro y las importantes reliquias, que eran el corazón y la razón del monasterio.

Su prodigiosa riqueza incrementada por las donaciones sucesivas de sus abades y de los soberanos franceses, su papel particular de custodia de los instrumentos litúrgicos, las reliquias, la regalía

Fue lo que dio origen al reconocimiento de la Abadía como lugar de peregrinación y veneración indiscutible en el medio. Sus reliquias tenían la particularidad de que se centraban en la presencia de los cuerpos de San Dioniso y sus dos compañeros Rústico y Eleuterio.

Fue el rey Dagoberto quien descubrió por azar en una cacería la tumba de San Dioniso. De ahí se derivó la creación de la Abadía en el lugar del descubrimiento del cuerpo de santo
y, por otra, el deseo del monarca de ser enterrado allí, convirtiéndose en el primer ocupante del panteón real y en el primer benefactor del tesoro, con piezas tan relevantes como la Cruz de San Eloy, de la que hoy sólo se conservan pequeños restos, mencionada por Suger y que conocemos a través de reproducciones en pintura y grabados.

Los carolingios manifestaron su especial veneración por la Abadía. En el siglo IX se puso especial énfasis en la leyenda de San Dioniso con el abad Hilduino.

A partir de ese momento las donaciones de los reyes de Francia a la Abadía se multiplicaron de forma exponencial: Carlos el calvo tuvo especial interés en ser benefactor de San Denis con la donación de múltiples piezas suntuarias de gran valor.

La verdadera pujanza de la abadía y la extensión de sus privilegios eclesiásticos de la corona francesa fue obra del Abad Suger. La referencia para el modesto fraile no fue otra que la esplendorosa Iglesia de Santa Sofía, en Constantinopla, y su objetivo quedó fijado, con la ayuda del rey Luis VI, en emular la magnificencia del templo bizantino.


Todas las ideas condujeron a incrementar el tesoro original con una recopilación de bienes suntuarios: Cálices, corona reales, cruces, copas, aguamaniles, vinajeras, portadas de libros, mitras, navetas, camafeos, relicarios, etc


Con lo que se desarrolló una magnífica colección de piezas suntuarias que llegó a su culminación en 1926, en cuyo momento, se decidió demoler las tumbas de los santos protectores para ser reemplazadas por otras más modernas. Desde ese momento, la reliquias y las demás piezas del tesoro fueron colocadas en unos armarios para servir de exposición a los fieles, cuyo contenido y disposición quedó reflejada en los grabados realizadas por Felibien en el siglo XIX



The Abbey of Saint Denis, known for its architecture, as the first monument of Gothic features, as well as his funeral sculptures and stained glass windows, were not in the medieval mentality rather than a screen that kept behind the great treasure and important relics, which were the heart and reason of the monastery.


His prodigious wealth increased by successive donations of their abbots and the French sovereign, his particular custodial role of liturgical instruments, relics, Regalia

It was what gave rise to the recognition of the Abbey as a place of pilgrimage and undisputed veneration in the middle. His relics had the peculiarity that focused on the presence of the bodies of St. Dionysus and his two companions and Eleuterio Rustic.

King Dagobert who was discovered by chance in a hunt the tomb of St. Dionysus. Hence the creation of the Abbey led to the place of discovery of the body of saint
and secondly, the desire of the monarch to be buried there, becoming the first occupant of the royal pantheon and the first benefactor treasure, with pieces as relevant as the Cruz de San Eloy, of which today only small remnants remain mentioned by Suger and we know through painting reproductions and prints.

The Carolingian expressed special reverence for the Abbey. In the ninth century emphasis was placed on the legend of St. Dionysus with the abbot Hilduin.

From that moment the donations of the kings of France to the Abbey multiplied exponentially: Charles the Bald took special interest in being benefactor of St. Denis by donating multiple sumptuary pieces of great value.

The real strength of the abbey and the extent of his ecclesiastical privileges of the French crown was the work of Abbot Suger. The reference for the modest friar was none other than the magnificent Hagia Sophia in Constantinople, and his goal was set, with the help of King Louis VI, to emulate the magnificence of the Byzantine temple.

All ideas led to increase the original treasure with a collection of luxury goods: chalices, royal crown, crosses, goblets, ewers, cruets, book covers, miters, navetas, cameos, lockets, etc.

Thus it developed a magnificent collection of sumptuary pieces that reached its peak in 1926, at which time it was decided to demolish the tombs of the patron saints to be replaced by more modern. Since that time, the relics and treasure the other pieces were placed in a cabinet exhibition to serve the faithful, whose content and disposition was reflected in the prints made by Felibien in the nineteenth century


Bibliografía:

Revista sobre la Abadía de Saint Denis:
 http://www.centroelba.es/source/Revistas/DJESER%206_opt.1.pdf


Ana Gago Cortina.


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